Ahora que todo el mundo habla de la mujer trabajadora y de sus derechos, y surgen figuras reivindicativas por todos lados, yo me acuerdo de Dolly Parton. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra, me direis? Pues no lo sé, pero mi cabeza funciona a base de este tipo de cortocircuitos.
La pequeña Dolly nació en una familia pobre de Tennessee (eso dice), la cuarta de doce hermanos y su modelo de mujer fue la Barbie (confesado por ella misma también). Con esos comienzos poco podía esperarse.
Y ahí la teneis, mujer rubia del profundo sur que podía haberse quedado en casita criando crios y cocinando tartas de manzana, sigue los pasos de una muñeca hace lo que la da la gana, se enriquece, y no es recordada por ninguno de sus maridos, amantes, compositores, productores, músicos, y demás hombres que puedan completar su harem.
Podeis decir de ella lo que querais: que si las operaciones, que si los estilismos, que si el peinado... Envidia, puritita envidia no más. Ella solita ha conseguido más de lo que otras pueden soñar predicando imposibles. Con un par, eso sí,
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