Sinceramente, el cansancio me impide escribir algo medianamente decente. Ni siquiera algo enteramente indecente, que sería aún mejor. Lo cierto es que disfruto mucho más del placer de la lectura que de la escritura. De hecho, siempre he sentido la escritura más como una necesidad que como un placer. Al contrario de lo que me ocurre con la música, de la que disfruto tanto escuchando como tocando (cantando, silbando o bailando, aunque lo haga todo mal), con las letras me lo paso mejor leyendo.
Así guardo recuerdos maravillosos de las horas que me he pasado con un libro entre las manos. De entre todos ellos, hoy me apetece rescatar a Valmont, escribiendo cartas sobre la espalda desnuda de una amante. Claro que está mezclado con el recuerdo de la película; pero por mucho que John Malkovich hiciera un gran papel, el libro es genial y sólo puedes entrar realmente en la piel del personaje a través de sus páginas.
Y sí, quizá el placer de escribir dependa mucho de la mesa en la que te apoyes.
2 comentarios:
De la mesa en que te apoyes o del tipo de lienzo que uses... a mi siempre me atrajo la idea de escribir y/o dibujar sobre la piel de mi amante. De momento a ninguno le ha hecho gracia la proposición (que si no me apetece estarme quieto, que si luego la tinta no sale...)empiezo a pensar que mis hombres han sido demasiado sosos.
Enigmala, ¿y para qué preguntas? Tú dí: túmbate ahí y espera un poco... seguro que de ésto no te vas a olividar fácilmente.
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