martes, 2 de diciembre de 2008

La Primera Guitarra de Brian Jones VIII


Mónica, amante esposa y madre, fue mi mejor amiga de la escuela. Desde los cuatro años hasta los catorce. Nuestras madres nos llevaban juntas al colegio, como a dos gemelas, enfundadas en lana con abrigos verdes, casi sin poder movernos. Rematando el conjunto, a modo de tapón, nos colocaban un verdugo. No sé cómo se le pudo ocurrir a alguien semejante prenda, ni porqué tuvo tanto éxito entre los niños de mi generación, pero quien le puso el nombre sabía muy bien lo que se hacía. Jamás la infancia se ha visto sometida a tortura igual por parte de su padres.

En un bar cerca de la escuela tenían una máquina de bolas de chicle. Todos los viernes por la tarde echábamos un montón de monedas. Habíamos probado casi todas: verdes, amarillas, azules, rojas... pero queríamos un chicle en especial, una gran bola púrpura que nos traía locas. Casi toda nuestra paga era devorada por la máquina, pero la bola púrpura nunca salía.

Un año, al llegar el verano, cambiaron la máquina por una nevera de helados y nuestras esperanzas se congelaron junto a flashes de cocacola.

Hoy, después de muchos años, he visto a Mónica paseando a su hijo, todo envuelto en pana y coronado por un gorro de lana. En lo alto del gorro, como en la copa de un árbol de navidad, tenía un enorme pompón púrpura. No puede evitar sonreir.

Me resulta extraño ver a mi vieja amiga, tan dura como yo, tan niña como yo, convertida en madre. Pero me reconforta pensar que, al menos ella, consiguió su bola púrpura.

Esta canción es para tí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que boniiiiiiiito!. Puedo imaginarte perfectamente con tu abriguito, tu verdugo verde, tu faldita de tablas con un imperdible de abalorios, tus medias caidas y tus trenzas morenas, echando monedillas en la máquina, con los carrillos hinchados por las bolas de chicle que se acumulaban en tu boca, oh! cuan evocador!
Por qué no has vuelto a ponerte falditas de tablas con imperdible? aun tienes buenas piernas!
Enigmala.

Bardamu dijo...

Gracias por tu fe en mis piernas, pero ¿estás segura de que no he vuelto a ponérmelas? ;)