miércoles, 31 de diciembre de 2008

Propósitos de Año Nuevo


De entre todos los cuentos que he leido y me han contado, mi favorito es uno de las Mil y Una Noches que trata sobre un Sultán en cuya corte protegía a todo tipo de artistas, poetas, músicos y sabios. Pero llegó un momento en que nada le sorprendía, como si ya hubiera escuchado todas las historias y no hubiera nada nuevo para él. Se sintió muy triste y decidió ofrecer una recompensa a quien le trajera la história más maravillosa. Os dejo con la curiosidad sobre la história que le llega.

Ese es mi propósito para este año: seguir buscando de entre todo lo que me rodea la maravilla escondida.
Gracias a todos por ayudar en el empeño.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Red Night Nurse


Hace ya algún tiempo me hacía eco de una noticia sobre unas enfermeras del hospital de San Rafael de Cádiz a las que obligaban a llevar falda y cofia. Pues bien, ya ha salido la sentencia: los jueces dicen que no hay discriminación alguna por el hecho de llevar faldita. Desconozco el contenido exacto de la sentencia, pero os dejo la referencia de la noticia del mismo periódico de donde la saqué la primera vez. El caso es que, por una vez, voy a estar de acuerdo: una cosa es que nos resulte anticuado, o incluso ridículo, y otra que atente contra los derechos fundamentales, el estado de derecho, la dignidad de la mujer, etc.

Otra cosa es lo que he descubierto en el blog de Francisco Nixon que tengo enlazado aquí al lado. Este es el mejor anuncio que se ha hecho en la culta y avanzada Europa del Norte. Juzguen ustedes mismos, a mi me mola más que lo de las enfermeras.

En fin, cosas del progreso. Entre tanto, el mundo despide a Bettie Page. Yo pensaba que ya estaba muerta, pero ha llegado a los 85 años. Vista ahora, resulta de lo más inocente.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Amar es compartir


Este verano, mientras tostaba mi piel en una tranquila playa cuyo nombre no me apetece publicitar, leí en una revista que un país asiático había creado el ministerio del amor (sic) para incrementar la tasa de natalidad. Un fin bastante prosaico para un ministerio con nombre tan poético. No me quiero imaginar a lo que te pueden obligar en ese país por decreto...

En España somos de otra manera: te apuntas a un concurso de televisión y te plantan entre un montón de candidatas de todo tipo. En concreto, me estoy refiriendo al "affaire Efren". No es que me apasione el tema, tampoco he podido seguirlo, pero me hacer reir que alguien busque el amor de su vida haciendo un casting, como las princesas de esos cuentos que sometían a sus pretendientes y luego hacían trampa para que ganara su favorito. De la misma forma, no creo que se pueda encontra el amor enviando tapas de yogures (creo que esto pasó de moda), o códigos de barras.

Pero la cosa tiene su miga: lo que empezó como la típica comedia romántica americana, con príncipe azul de esos que puedes presentar a tu madre y pasar por el morro a tus compañeras de trabajo, ha acabado como la típica españolada de la época más gloriosa de Pajares y Esteso. Después de marear la perdíz todo lo que permitió la audiencia, no supo elegir, o sí, y el cuento ha terminado en una história de cuernos vulgarcita.

No me atrevo a buscar una moraleja. Sí creo que nadie va a la tele a buscar amor. No, al menos, hasta que se cree un Ministerio que nos obligue.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Dejando la mente en blanco

Hace tiempo que me excitas. Sé que te vistes pensando en cómo me entretengo imaginando mil maneras de quitarte las prendas........

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cuestión de elegancia


Malaprendí el arte de la esgrima para fumar con elegancia, mover mi mano despreocupadamente, dibujando delicadas curvaturas con el humo, manejar diestramente el cigarrillo como un vengativo florete contra toda compañía inoportuna. Pero resulta que, como fumador, soy zurdo.

martes, 2 de diciembre de 2008

La Primera Guitarra de Brian Jones VIII


Mónica, amante esposa y madre, fue mi mejor amiga de la escuela. Desde los cuatro años hasta los catorce. Nuestras madres nos llevaban juntas al colegio, como a dos gemelas, enfundadas en lana con abrigos verdes, casi sin poder movernos. Rematando el conjunto, a modo de tapón, nos colocaban un verdugo. No sé cómo se le pudo ocurrir a alguien semejante prenda, ni porqué tuvo tanto éxito entre los niños de mi generación, pero quien le puso el nombre sabía muy bien lo que se hacía. Jamás la infancia se ha visto sometida a tortura igual por parte de su padres.

En un bar cerca de la escuela tenían una máquina de bolas de chicle. Todos los viernes por la tarde echábamos un montón de monedas. Habíamos probado casi todas: verdes, amarillas, azules, rojas... pero queríamos un chicle en especial, una gran bola púrpura que nos traía locas. Casi toda nuestra paga era devorada por la máquina, pero la bola púrpura nunca salía.

Un año, al llegar el verano, cambiaron la máquina por una nevera de helados y nuestras esperanzas se congelaron junto a flashes de cocacola.

Hoy, después de muchos años, he visto a Mónica paseando a su hijo, todo envuelto en pana y coronado por un gorro de lana. En lo alto del gorro, como en la copa de un árbol de navidad, tenía un enorme pompón púrpura. No puede evitar sonreir.

Me resulta extraño ver a mi vieja amiga, tan dura como yo, tan niña como yo, convertida en madre. Pero me reconforta pensar que, al menos ella, consiguió su bola púrpura.

Esta canción es para tí.